domingo, 19 de febrero de 2017

Los años de las decisiones

Escribió Kafka a Brod en una carta fechada el 5 de julio de 1922 que el escribir es el "salario por servicios diabólicos". Una idea inequívocamente sabatiana: se escribe en la oscuridad, por la oscuridad, de la oscuridad.

Hundirse en los infiernos durante las horas nocturnas "cuando el miedo no me deja dormir".

Ambos -Kafka y Sabato- sabían que la noche no es un tiempo ni un lugar para escribir. Lo que sucede es en realidad que el escribir lleva la noche consigo -de ahí la necesidad de soledad y la dificultad para cualquier persona que se acerque para soportar los tormentos de la oscuridad.




Dice Llovet, el coordinador de la gran edición de las obras de Kafka, que nadie debería escribir a estas alturas, que el siglo XXI debería dedicarse a leer lo ya escrito, que nadie tiene tiempo en una vida de leer lo que se ha escrito desde Homero y que por tanto escribir, osea añadir más, es poco menos que inútil, que ya está escrito todo, ya se ha reflexionado sobre todo; todos los grandes hechos han tenido su literatura y quien escribe es que está loco de remate.

En fin, el trabajo de Llovet como editor me parece admirable, lo que ha hecho con la obra de Kafka es magnífico, difícil de superar... pero sobre literatura, sobre escritura de ficción, no tiene ni idea.

Acabado Los años de las decisiones. Kafka acaba de regresar de un lugar a 80 kilómetros del frente en el que poco después se desataría uno de los peores infiernos de la Gran Guerra.

Ha compartido días en un tren con militares, gente que emprende la aventura de visitar a sus esposos o hijos porque tienen la suerte de estar destinados en retaguardia, como el marido de su hermana Elli, y recoge en su diario escenas estremecedoras con esa capacidad suya para ver signos por encima de las imágenes, gestos que la gente hace sin conocer plenamente su significado, como el de es viejo que acaricia la barbilla a su mujer anciana "con melancólico ademán".