lunes, 10 de julio de 2017

Olmo On The Road


Leí On The Road hace muchos años.

Fue en esa época que muchos atravesamos saliendo de la adolescencia en la que nos parece que podemos repetir los sueños de otros: ponernos en el camino con una mochila y olvidarnos del tiempo y casi del espacio.

Mis breves experiencias en la carretera no son dignas de mención; apenas un pálido reflejo de aquellos sueños ajenos y propios que me transportaban a los límites del mundo. Pero ahora, con el paso de los años, me sirven para algo muy importante: comprender desde dentro, aunque sea mediante un fino hilo que mantiene una conexión débil, casi milagrosa, pero firme, indestructible, lo que hay detrás o debajo de este breve e intenso relato.



Primavera, 2015

Un viaje interior abierto al mundo: Utrecht, Breda, Gantes, Brujas, Calais, Dover, Londres, Dunquerque, París, Lyon, Barcelona, Madrid...

Diez semanas, dos mil ochocientos cincuenta kilómetros, una mochila. Las manos vacías y el corazón lleno. Un viaje en soledad no significa estar solo; significa que no dependes de nadie, ni siquiera de ti mismo.

Te dejas llevar por carreteras remotas, calles desconocidas, estaciones solitarias, trenes atestados...

Una experiencia en el límite llena de encuentros inesperados... sin condiciones, sin exigir nada a un destino invisible, sin esperar otra cosa que el reflejo de tus pasos en la canción anónima de los días inciertos.




Otoño-Invierno, 2016

Y luego está la música, claro.

La conexión, como decía Fellini hablando de Nino Rota, con ese mundo invisible y misterioso.

Cantos de libertad, celebración de la vida, la magia del camino evocada en unos acordes que vibran con esa luminosidad que emite la guitarra acústica cuando se la roza con respeto y mimo, con perseverancia y ardor.

La voz que llega desde montañas distantes, fiordos encendidos, vientos de furia y complicidad, calles que son fiesta, historias inasibles, encuentros insospechados, palabras, abrazos, pasos perdidos y encontrados, cerveza tostada, música espontánea, esperanzas, rostros fugaces, amores perdidos... 




Verano, 2017

Un alto para grabar.

Apenas unos días entre cables, micros, cerveza, tabaco y lo que la imaginación es capaz de arrancar a unos modestos medios de grabación casera.

Un proyecto interrumpido. Unas pocas canciones regrabadas, dobladas, mezcladas. Los bocetos comienzan a transformarse: apenas apuntan los colores, tímidamente asoman detalles aquí y allá: unos coros, una guitarra cuyo sonido viaja a través de los cables, como sea que viaje el sonido, y entra en el ordenador y es triturado por programas que lo transforman en nuevas emociones.

¿Para cuándo las últimas pinceladas? 



No I don´t have any home:
my home is anywhere...

...slaves of capitalists
... and your ignorance make me sad...

Because life without freedom 
is not life for me...

... I am free
I am free...



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