viernes, 24 de diciembre de 2010

La lectura que llega hasta el mar


Escribiré desde el dolor de la memoria.
Escribiré desde los años de penuria y el abandono en las aulas y la canción de la tabla de multiplicar.
Escribiré desde los tebeos, que son lo más remoto que uno recuerda que leyó.
Escribiré desde la única opción que nos deja la brutal constatación de que no podremos leer en el curso de una sóla vida, todos los libros que quisiéramos -que son casi todos.
Escribiré desde el tiempo recobrado, desde las infinitas cosas que no comprendimos.
Escribiré desde la promesa de volver, de añorar aquellas huellas en la arena, las piedras arrojadas, las bicis oxidadas, las casas abandonadas, los fortines pintarrajeados, las lagartijas aterrorizadas, los domingos olvidados, las bofetadas pedagógicas y las novelas marvel alquiladas a cinco pesetas para sustituir el mundo que no queremos, que seguimos sin querer.

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