sábado, 11 de diciembre de 2010

Leer a cámara hiperlenta


DeLillo ha sido una de mis últimas experiencias extremas de lectura.
Su último texto me ha durado tres cafés en tiempo real.
Pero el tiempo de la noche es otra cosa: el tiempo interno de la narración, el tiempo empleado en vagar entre líneas, el tiempo que transcurre dentro del otro tiempo, el del relato y sus múltiples derivaciones.
DeLillo parte de una experiencia inquietante: la de contemplar Psicosis ralentizada de modo que su proyección dure 24 horas.
Y consigue comunicarnos esa experiencia, no por el método obvio de describirla; su hazaña es recrear en poco más de cien páginas la muerte del tiempo.

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