domingo, 30 de enero de 2011

Pierre Michon

Regreso al cobijo de los grandes.
Michon tiene el olor inconfundible de la escritura como lucha por la vida.
Las dos obras incluidas en este libro comparten esa brevedad a la que se ven obligados los escritores que te proponen una selva compacta que debes atravesar a golpe de machete.
Leerlo es ser consciente de estar compartiendo la misma azarosa búsqueda que quien lo escribió.
Las Mitologías son fogonazos de sombras, punzadas sangrantes que te hacen retorcer y contener el aliento.
El Emperador es un texto casi preciosista que sin embargo no elude la brutalidad, el horror de una época siniestra. Prodigioso juego de perspectivas y miradas para un texto tan breve: se acaba con la sensación de haber leído una larga novela llena de avatares.
Minimalismo expresionista.

sábado, 29 de enero de 2011

El misterio del cuarto amarillo



Para recuperarme de las decepciones recurrí a lo seguro.
Se me había despistado este libro de Gaston Leroux que basa su capacidad para atrapar al lector en el reto intelectual que supone descifrar el clásico enigma del asesinato en habitación cerrada por dentro junto a otros enigmas menores que salpican una narración que a veces se le escapa de las manos al autor. Yo diría que sobran al menos cincuenta páginas. Pero el efecto final de una explicación sin trampas para un desafío lógico de altura recompensa la paciencia.
Como otras muchas veces, lo que me devuelve a la literatura de verdad es una novela de género sin grandes pretensiones y resuelta con maestría.

lunes, 24 de enero de 2011

Y desde el mar...

Atrapado aún en los pecios fantasmas, voy entrando en otros libros.
Dos decepciones: Los diarios de Regent Street, de Gonzalez-Barba y Imprenta Babel, de Andreu Carranza. Ambos pertenecen a esa rara especie de libros que no logro acabar. El primero porque no es lo que pretende, no cumple lo que promete; y esta redactado por alguien que no sabe escribir por mucho que su profesión de periodista pudiera inducir a pensar lo contrario. El segundo me produjo un profundo malestar cuando empecé a leer una escena que -salvando las distancias- ya me había hecho llorar en Cinema Paradiso. Los abandoné; lo siento: son demasiados libros por leer y corto el tiempo...