Una lectura "a cuatro manos" 35 años después...
Ñ y yo somos amigos desde hace la friolera de 45 años y cómplices de perpetrar lecturas conjuntas casi casi desde entonces. Leímos a Donoso al calor del boom bajo los auspicios litúrgicos de nuestro querido profesor Miguel Teruel. Ninguno de los dos consiguió hacerse con la edición de Seix Barral: yo la leí en una horrible edición de bolsillo y Ñ prestada. Treinta y cinco años después, un fogonazo del destino puso en nuestras manos sendos ejemplares de la codiciada edición...
J
23 de septiembre de 2015 17:24
Asunto: Allá voy...
Ñ
23 de septiembre de 2015 21:54
Recomencemos entonces el segundo viaje juntos, 35 años
después.
J
23 de septiembre de 2015 22:33
Jo... der....
J
25 de septiembre de 2015 20:18
Asunto: El obsceno pájaro de la noche... 35 años después
"Misia Raquel Ruíz lloró muchísimo cuando la Madre
Benita la llamó por teléfono para contarle que la Brígida había amanecido
muerta".
Un arranque aparentemente insulso que no puede compararse
con el de Cien años, Rayuela o Sobre héroes... un principio de los que no se
memorizan, de los que no quedan ahí en la colección de esos pequeños prodigios
de los maestros... pero ¿quién iba a suponer hace 35 años, cuando sostenía
entre mis manos aquel ejemplar cutre -única edición que pude permitirme
entonces- lo que vendría tras esas palabras, lo que nos aguardaba tras los
muros de la Casa, en los pasillos interminables de la imaginación de Donoso
confundida con la nuestra?
Ahora sin embargo, no. O sí. Depende.
Ahora no tengo -no tenemos- por delante esa maravillosa
inopia de los miles de renglones por leer, con palabras desconocidas que
prometen un mundo...
Ahora sabemos lo que pasa, lo que pasó, lo que está pasando.
Claro que depende de la memoria, y la memoria es
traicionera, débil, caprichosa, desordenada, confusa, ilógica, incoherente...
como Donoso, como la escritura de Donoso, como las 543 páginas nacidas de la
locura, la necesidad, la enfermedad y el dolor de crear... como en los viejos
tiempos... boom! Allá vamos...
[Google: Este mensaje es importante por un motivo difícil de
explicar.]
Ñ
26 de septiembre de 2015 12:26
Asunto: Re: El obsceno pájaro de la noche... 35 años después
Las dejo venir, llegar hasta a mí, una a una, las quinientas
cuarenta
y tres páginas, en una especie de espera catártica; como
antes de ingerir una droga,
pendiente del momento en que el mundo empieza a cambiar, a
moverse
lentamente a otra dimensión con otros olores, que de alguna
manera
son tus olores, pero no, a recorrer lugares inexplorados
donde todo pude acaecer.
Y la gran incógnita como una espada que cuelga sobre cada
párrafo:
¿En que momento comenzará a surtir efecto?
¿Se producirá el sortilegio como antaño, o será un obstáculo
la miríada de libros
que nos habitan?
¿Terminaremos su lectura con los ojos
heridos por la fascinación?
En una ocasión oí a alguien decir: "Nunca vuelvas a
Macondo".
Nosotros, como en los viejos tiempos, ya vamos de camino...
26 de septiembre de 2015 12:04
Asunto: La portada
Qué importante es la portada de un libro!
La edición, el tacto, el tamaño, la forma, el grosor, el
tipo y tamaño de letra, la sangría... pero sobre todo -nunca mejor dicho- la
portada.
Todas las sensaciones que provoca la lectura quedan atadas
para siempre a esa imagen que contemplas cada vez que lo abres y lo cierras,
cada vez que lo coges para sacarlo al café o para pasearlo protegido bajo la
lluvia o para sostenerlo entre las manos mientras palpitan en su interior vidas
desconocidas.
Así, las hojas secas de Macondo, el rostro eternamente joven
de Julio, aquella estatua semienterrada y sobre todo el angel en penumbra...
Pero me resistí siempre a vincular la portada de aquella
edición de bolsillo en la que me vi obligado a leer el obsceno pájaro de Donoso
con el discurso retorcido del mudito, y conservaba en mi memoria la imagen de
la edición de Barral de los setenta, la imagen del libro que debí comprar, la
que he recuperado treinta y cinco años después en un rastro perdido en el sur
de la península: ahí está de nuevo ese saco rasgado mirándome desde la
oscuridad, ese rostro desfigurado, inefable, inquietante, que surge de la
noche, de la memoria resbaladiza, de las consejas de viejas, de la voz callada,
del silencio de la Casa, del fondo de la cabeza del gigante, de las entrañas de
Donoso.
El rostro sin forma ni identidad del monstruo cosido que
susurra la novela.
Ñ
El 26 de septiembre de 2015 13:10
Asunto: Re: La Portada
Asunto: Re: La Portada
Yo lo leí de prestado en esta edición que hoy al fin se
encuentra en nuestro haber.
Una edición a la que ambos hemos tenido acceso, media vida
después
y con muy poca diferencia de tiempo entre ambas
adquisiciones..
Las portadas de Barral desprendían, como las de Hipnosis en
los discos,
un irresistible halo de misterio, que te obligaba de alguna
manera
a sujetar el libro entre tus manos y clavar en él la
mirada
succionados por una fuerza inexplicable. Algo indefinible
como de otro mundo,
como del otro lado del agujero negro,
o peor aún de lo que uno se imagina que pudiera tener lugar
de ese otro lado del agujero negro.
Y la portada del este pájaro obsceno en mitad de la noche,
siempre fue
para mi una de las más sugerentes.
Si te la imaginas filmada por David Linch en un zoom
muy lento
con música de Badalamentí, puede ser terrorífica.
Ese saco rasgado, esos agujeros que se te clavan como una
espada.
Agujeros por los que puede aparecer la ignominia, nuestros
peores miedos.
Nueve orificios cosidos, los ojos cosidos, el sexo cosido,
el culo cosido,
la boca, las narices, los oídos, todo cosido...
Le echo un vistazo a mi ejemplar, lo tomo entre mis dedos,
lo manoseo, jugueteo con sus páginas...
y tengo la impresión de que por fin está en casa.
Ñ
27 de septiembre de 2015 20:52
Ayer leí que Donoso había sufrido mucho
a causa de su homosexualidad, no resuelta.
En una carta a una antigua novia suya, reconocía
la envidia que sentía, cuando observaba la complicidad
amorosa
entre una pareja de amigos suyos, ambos hombres.
También era consciente de que exhibir su homosexualidad
ante los demás,lo hubiera destruido, ya que no la tenía
asumida.
El vivir con esta contradicción constante, convirtió su vida
en una especie de descenso al maelstrom, marcada por el
alcoholismo,
la paranoia, los fármacos antidepresivos y por la carga de
culpabilidad pertinente
como consecuencia del suicidio de su mujer.
Ser conocedor de todo esto,
(así como de otros escritores como García Márquez, Cortázar
o Vargas Llosa,
conocía detalles de sus vidas, de sus personalidades, la
figura de Donoso siempre
estuvo fuera de foco, ni siquiera sabía que había muerto en
1996).
Ser conocedor de todo esto,tinta de una mayor carga de
verdad,
lo que en principio pudo ser simplemente
ficción obsesiva y hace que de alguna manera haga mío
el dolor que traspasa El obsceno pájaro de la
noche.
J
28 de septiembre de 2015 21:22
Sí, es cierto que nunca supimos mucho de Donoso.
Las vidas un poco excesivas de Gabo y Cortázar, tan míticos
ellos, tan rebeldes, oscurecieron a quien por mucho tiempo fue para mí el autor
de Casa de Campo.
Del resto, solo llegué a leer El lugar sin límites, y
después, claro, El obsceno pájaro de la noche.
Pero Donoso siguió siendo apenas un barbas con gafotas que
había escrito no una sino dos novelas cumbre.
Y al principio fluctuaba entre las dos para decidir cuál
podría ser su novela, su Cien años, su Rayuela, su Sobre
héroes, su Terra nostra... y cual recomendar, y cual colocar en ese
estante imaginario con las obras esenciales, y cual releer... y no releí
ninguna de las dos... hasta ahora.
Es un fenómeno extraño este de la relectura.
Creo que tiene que ver con los tiempos: escuchamos un tema o
un disco una y otra vez, y lo sentimos tan cercano, tan inmediato...
Pero si queremos releer un libro al cabo de un tiempo, todo
cambia: cambiamos nosotros y cambia el libro.
Es la diferencia entre ver crecer día a día a nuestro hijo y
ver al hijo de un amigo al que reencontramos unos años después: esta ahí, es
él, se llama igual, es su cara... pero algo ha cambiado, o mucho, o casi todo;
ha dejado de ser un niño y ahora es un tiarrón.
Quizá por eso nos resistimos a releer, porque sabemos que no
vamos a leer el mismo libro, porque sabemos que no somos el mismo que lo leyó.
Y es que no releemos libros mediocres, divertidos, de
consumo rápido... si vamos a sacrificar el tiempo de un libro, si vamos a
perder para siempre un libro por la cola de lectura, tiene que ser para releer
algo grande, y cuanto más grande, más jodida la decisión.
¿Qué libro podría soportar el desafío de llenarte más de una
vez?
Y aquí estamos, metidos en este berenjenal 35 años
después... ¡35 años después!
¿Pasará la prueba?
Porque si la pasa, igual hasta nos animamos... no sé... ¿con Terra
Nostra?
Ñ
30 de septiembre de 2015 20:13
No recordaba algo que ahora que releo y después
de mucha páginas escarbadas a lo largo de los años,
me doy cuenta que es único, no lo he visto en ningún
otro autor:
Es un juego que hace el amigo Pepe entre los
narradores.
Es acojonante, en una sola página y hablando del
mismo tema, puede pasar del punto de vista de un narrador a
otro sin aviso previo. Así por ejemplo puede estar hablando
el Mudito,
tres lineas más abajo es la Damiana quien continua en
primera persona
hablando sobre la misma la idea, dos líneas más y es Iris
Mateluna
quien toma la linea de pensamiento,
y en un momento dado hasta una cabeza de cartonpiedra
entra en este juego delirante y expresa con pesar como la
están pateando,
quejándose del dolor que siente en las orejas debido a los
golpes.
Todo esto lo hace magistralmente con la mayor naturalidad.
Hay que reconocer que es arriesgado y que en algún momento
te
preguntas quien coño está hablando ahora.
Pero en honor a la verdad acabas cogiéndole en tranquillo y
el gustillo.
By the way Terra Nostra son palabras mayores,es
cosa para exploradores del
abismo, veamos como resulta este primer remonte.
¿Seremos capaces de levantarnos de las vías del tren con los
ojos
del Alfredo al final de Novecento?
J
1 de octubre, 2015 20:10
Yo recordaba vagamente que había unos cambios de narrador...
Pero no hasta qué punto hace aquí Donoso esto que
efectivamente es único: yo tampoco lo he visto nunca ni tengo noticia de que se
haya hecho.
La sensación es desconcertante y poderosa a un tiempo, es
admirable y desasosegante, pero siempre controlada; es una sensación tan
fluctuante y veloz como cuando mueves el haz de una linterna, como si las
conciencias de los narradores se mezclaran y todo el torrente de pensamiento se
dislocara, se retorciera alrededor tuyo atrapándote y haciéndote sentir que lo
que tardas minutos o un buen rato en leer hubiera durado apenas un instante, un
instante lleno de voces, de imágenes.
Una vez más, la oscuridad de la portada, los agujeros
deformes, el pozo negro que se adivina detrás de ese saco cosido como los
nichos raptados.
Una herramienta única que procura emociones únicas.
Ñ
3 de octubre de 2015 11:05
Estoy leyendo en el sillón con fondo de cielo encapotado
música y de George Winston, y aparece Nicolás: "¿Que es eso?"
Pregunta refiriéndose a la portada del Obsceno pàjaro, adivinando algo
inquietante, fijándose en "los" agujeros.
"Un sacó" le respondo.
"¿Y que hay dentro del sacó?" me dice.
¿No es una pregunta maravillosa?
10 de octubre de 2015 19:38
Ñ
12 de octubre de 2015 21:52
El capítulo 25 podría ser el paradigma de lo que podríamos
denominar
Narración polidiscursiva antagónica (Nuevo palabro para
esta técnica narrativa
revolucionaria que Donoso emplea en El obsceno pájaro).
Un juego de llamadas telefónicas en él que los personajes
suplantan
a otros personajes, mientras el narrador juega a su vez a
los Flippers
golpeando con la bola las diferentes voces narrativas,
tocando simultaneamente
y como de costumbre las distintas personas del verbo.
Sencillamente magistral.
Ñ
16 de octubre de 2015 17:37
Ciertos ritos no cambian.
J
17 de octubre de 2015 21:13
Asunto: El 13
Asunto: El 13
"Las viejas como la Peta Ponce tienen el poder de
plegar y confundir el tiempo, lo multiplican y lo dividen, los acontecimientos
se retractan en sus manos verrugosas como en el prisma más brillante, cortan el
suceder consecutivo en trozos que disponen en forma paralela, curvan esos
trozos y los enroscan organizando estructuras que les sirven para que se
cumplan sus designios".
Donoso nos descubre su herramienta de trabajo en mitad de
este capítulo brutal, estremecedor, increíble desde el punto de vista técnico,
y abrasador en el contenido, en el desarrollo de la historia retorcida y
confundida... un reto imposible que supera de modo genial y perturbador.
229 páginas casi sin respirar -no digo sin parar.
Ha sido tremendo reencontrar el pasado que nos abrumó
pensando que muy posiblemente iba a decepcionarme, y topar con este tour de
force implacable al que te somete D y que debe surgir de los muchos años que
necesitó para encajar las piezas de esta construcción inabarcable.
¡Qué peazo novela!
Después de tantos años conserva, ¡sí! la impresión de obra
jodidamente difícil: la sordidez, el misterio, el aire de pesadilla... la
capacidad de este hombre para el asombro en el narrar, en el concebir relatos
truculentos pero al mismo tiempo llenos de ternura, impregnando lo monstruoso,
lo oscuro, lo nocturno, el revés de los sueños y las grandes mansiones: luz
pálida de retorcidos destinos...
Ñ
20 de octubre de 2015 21:50
Hace exactamente veintisiete días que comenzamos juntos este
segundo vuelo,
Un descenso a tumba abierta con una pregunta temerosa en
nuestros labios:
¿Resistiría este nuevo embate tantos años después?
Acabo de cerrar el libro después de atacar la página 543 con
esa tristeza que da
la seguridad de que pasará mucho tiempo hasta volver a
tropezar con una novela
de esta envergadura. Una obra maestra de la literatura de
obligada lectura en cualquier facultad.
Sin desbrozar el final ni mucho menos (aunque no se si lo
recuerdas, yo no lo recordaba),
he de decir que en los últimos estadios de la novela, Donoso
desarrolla a su antojo
un hiperbólico microcosmos de realismo tenebromágico,
para embestir con posterioridad
con una situación festiva, esperpéntica, como tocada por el
ingenio sarcástico de Azcona y
la mirada despiadada y socarrona de Berlanga en cualquiera
de sus obras al alimón.
La parte final con los zapallos (calabazas en cristiano) es
un ejemplo de ésto ultimo.
La literatura y el cine una vez más estrechamente unidos en
mi cabeza.
Las últimas siete páginas dan su razón de ser a la portada
del libro: Oscuras, inquietantes,
desalmadas, inocentes, escabrosas, físicamente incomodas,
desasosegantes y terribles.
La esencia del imbunche.
J
2 de noviembre de 2015 18:52
Asunto: Extinción final
"Todo ha sido urdido cuidadosamente", piensa el
Mudito, ese ser al que han extirpado el ochenta por ciento, y entonces la
novela arde entre tus manos mientras describe el horror: no puedes dejar de
leer esas palabras terribles mientras al mismo tiempo te preguntas cómo ha
sido, cómo lo ha hecho, cómo ha conseguido retorcer en pocas páginas todo el
mundo exterior, exprimirlo y gotear sangre y desesperación: "te quieren
conservar vivo aquí sin dejarte salir nunca más para robarte tus órganos, ya
ves, te sacan el ochenta por ciento"... te remueves en la silla, respiras
hondo, te sientes el Mudito, ese veinte por ciento que sobrevive al terror,
"y luego mi piel, me desollarán para cubrir con mi piel el cuerpo de
Melisa..." y después 140 páginas mientras el tren corre hacia el norte, la
aniquilación de la casa, el retorno de ciertos secretos que no acaban de
revelarse, los muros sellados, la conciencia fluctuante de un narrador sin
igual en la historia de la literatura: "comienzan a envolverme, fajándome
con vendas hechas con tiras de trapo. Los pies amarrados. Luego me amarran las
piernas para que no pueda moverme... me fajan el sexo amarrándomelo a un muslo
para anularlo. Luego me meten en una especie de saco con los brazos fajados a
las costillas"... saco... la palabra estremece tras tantos días
contemplando esa portada siniestra... Inés, la niña beata, la otra Inés,
Inés-Peta, Peta-Inés, la perra amarilla, la bruja perseguida, ejecutada, las
viejas, los recuerdos y la leyenda, el pasado y el presente confundidos,
retorcidos, Boy, el monstruo que convierte a todos en monstruos para vivir una
normalidad impostada, los cuerpos de Jerónimo y Humberto confundidos en la
noche, confundidos en un quirófano olvidado bajo los guantes del doctor Azula,
un cirujadno del horror que atraviesa sinestramente las páginas de la novela dejando
un rastro sórdido de confusión: las palabras se confunden, los cuerpos se
confunden, los sexos de Jerónimo y Humberto se confunden y procrean el terror
innombrable lleno de rescoldos de leyendas... yo somos el lector de estas
páginas desgarradoras que tú hemos escrito hace 35 años otra vez...
3 comentarios:
Así, leido de corrido, nuestras impresiones, dan en conjunto
una idea, no ya de lo que trata El obsceno pájaro de la noche,
de sus recovecos, de sus intenciones, de ese terror oculto entre
sus paginas que se van trasmutando paulatinamente en fibra de saco,
sino también y esto es mucho más sustancial,
lo que ha significado para nosotros esta relectura dilatada en el espacio
y en el tiempo. Este encuentro entre dos amigos entraditos en años,
que han vuelto a abrir los ojos como adolescentes afanosos,
para redescubrir un texto que temiamos de alguna manera
perdido, y recuperarlo desde la madurez que dan los años y los libros.
Tengo que decir que más que una
experiencia literaria, ésta ha sido una travesía emocional.
Ñ
Te gustó? Que tal la novela?
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