Hace unos años que cayó en mis manos (desde lo alto de una estantería de libros en una de mis habituales de segunda mano), esta magnífica edición de La mujer de la arena.
Una experiencia fascinante.
Muy similar al estado de tensión en el que te coloca Kafka.
Sí, claro, temperamentos distintos, culturas distintas, recorridos vitales distintos.
Pero esa sensación de que algo terrible esta ocurriendo mientras el narrador continúa impasible.
Esa contradicción entre lo aparente y el pulso que late por debajo.
Por supuesto que anoté a su autor en mi lista mental de más buscados.
El tiempo pasó y no volví a toparme con él.
Y ahora, de repente, Encuentros secretos.
Ahí estoy...
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