lunes, 11 de abril de 2016

¿Se puede vivir sin leer?


[20 de marzo]

Acabo de ver que mi última visita a este blog fue el 7 de diciembre.
Casi cuatro meses de ausencia pues.
En ese tiempo ha ocurrido algo inaudito en mi vida de lector.
No podía leer.
Lo he dicho del modo más sintético y claro posible.
Pero sí, era eso: no podía leer. Pasaban los días y no lograba empezar un nuevo libro.
No es casualidad que eso ocurriera mientras estaba redactando la novela que me propuse escribir en el cuaderno de piel de cocodrilo y que me ha llevado dos meses -desde el 2 de enero al 9 de marzo- de intensa experiencia de lucha con el cálamo y las hojas.
Antes, nunca había dejado de leer mientras escribía.
Tendré que reflexionar sobre ello.

Entretanto, consigno las lecturas de estos tres meses (con el paréntesis de esos pocos días mencionados en los que tan solo inicié las primeras frases de varios libros o quise reconducir alguno de los que había ido dejando a medias en el camino, todo ello sin éxito):


La lucecita, de Antonio Moresco: un aperitivo de un escritor que promete un mundo literario. Habrá que estar atentos a la traducción de sus monumentales obras. vértigo de paginas!

Veinticuatro horas en la vida de una mujer, otra de las pequeñas joyas de Zweig que este caso ha sido un puente magnífico para volver a la lectura.

[11 de abril]

Y ya despegando otra vez, arranco con Juan José Saer y su Pesquisa, y ya se me apilan en la mesa dos suculentas propuestas del inquietante Kobo Abe y la ultima traducción anagramesca de Modiano. Veremos...

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