29 de noviembre
"La verdad no es en absoluto comunicable", escribe Bernhard. Y es verdad. Y por ello incomunicable, y por ello una frase enigmática que -como también diría Bernhard- se transforma en mentira en el mismo momento de escribirla -o quizá en el momento de leerla.
Quien quiere decir la verdad es el que escribe -el que lee no tiene porque tener siquiera intenciones cuando abre el libro y acepta tácitamente las mentiras como verdad.
Quien escribe es pues quien tiene intenciones. Pero escribir es construir verdades y por ello mismo faltar a la verdad -quizá por eso la afirmación de Bernhard.
Escribir es siempre construir ficciones. Toda escritura es ficción independientemente de la intención o la pretensión o el envoltorio con el que se entregue a los lectores -que en el fondo siempre saben que leen ficciones.
La pregunta, sin embargo, es: ¿Son las ficciones más verdaderas que los "hechos"?
La construcción única de las frases de Bernhard.
¿Cómo será leer a Bernhard en alemán? ¿Será la traducción un reflejo fiel de su peculiar escritura? ¿Desconcertará del mismo modo a un lector alemán?
"El sótano". Y después cuando uno abre el libro y pasa las páginas de cortesía... "un alejamiento".
Sugerente.
Conociendo -un poco, apenas nada pero tras la experiencia de Corrección, en fin, se atreve uno a usar el verbo- a Bernhard, ese alejamiento será profundo, será espiritual, tendrá un alcance insospechado, arrastrará turbias emociones, retorcerá a su vez el espíritu del lector...
"Mi existencia, durante toda mi vida, ha molestado siempre. Siempre he molestado y siempre he irritado. Todo lo que escribo, todo lo que hago, es molestia e irritación".
¡Menuda declaración! Menuda confesión -¿un alejamiento?
Bernhard tiene esa condición terrible de la inexorabilidad: dice lo que dice -escribe lo que escribe- y se detiene en el punto justo en el que el lector comienza a interrogarlo. Y no contesta. No confiesa -no cabe el interrogatorio.
Es un loco inasible -es un demente autocalificado. Asume su culpa -que es la falta ante la escritura. Bernhard reconoce su escritura. El alcohol te conduce a caminos despejados entre el bosque y te confunde y te cambia las rutas pre-establecidas.
No hay concesiones. No hay retornos: todo vuelve a suceder sin condiciones. La luz abre puertas y entrega paisajes sin condiciones.
2 de diciembre
Terminado El Sótano, interrumpida por ahora la escritura sobria de Bernhard con breves reflexiones sobre los comienzos, sobre el equilibrio comercio/canto... ¿Cómo acabó donde acabó? Veremos.
El aliento. Un texto que surge de las profundidades del recuerdo de la muerte cerniéndose sobre el narrador y que desde el principio ha perforado mis propios recuerdos para ponerme frente a una visión inquietante, la visión -por ahora fugaz- de un episodio casi olvidado de mi infancia, una visión gris, una visión enigmática, una visión dolorosa -o que yo he sabido en el momento de tenerla que correspondía a un suceso doloroso.
Una vez más, las palabras de Bernhard, las palabras del escritor narrador protagonista de esta biografía amarga, reviven mis propias palabras o imágenes o sonidos.
El sótano, los rituales del pequeño negocio de comestibles con sus cotidianas repeticiones me condujeron al almacén -yo hubiera podido titular así: El almacén, un lugar.
El sótano y las incesantes, mecánicas, intrascendentes operaciones de carga y descarga hubieran desvelado el paralelismo: hacia el lado opuesto.
Leed de vez en cuando a Bernhard...
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