sábado, 16 de junio de 2018

De Brujas a Mogador

El mes de abril ha resultado ser caótico.

Me pasé los primeros quince días pensando que viajábamos a Portugal y buscando lecturas que acompañaran la decisión y el viaje como suelo hacer. Pero, repentinamente, otro viaje se cruzó retorciendo las compras, las lecturas y las expectativas.

Así que después de Matadero Cinco di un salto de continente para leer Amras, después hice tiempo hasta el despegue del avión leyendo un memorable cuento de Salinger, y ya en los Países Bajos me sumergí en Brujas, la ciudad y la muerta y retorné leyendo en el avión El origen. Ya en tierra comencé -y digo comencé- Nosotros dos, no pude resistirme a Tren nocturno a Lisboa y, una vez decidido nuestro próximo destino: Marruecos, me metí de lleno en el mundo de Mogador.

14 de abril

He saltado de Kurt Vonnegut a Thomas Bernhard, un autor a la altura de esa intensidad europea que el autor de Matadero Cinco no muestra ni por asomo.

He elegido Amras; quizá por lo que el propio Bernhard cuenta : una historia que surge en medio de la impotencia tras Helada. Es un buen momento para leer a Bernhard (y eso que ningún momento parecería en principio bueno para leer a Bernhard). Lo he descubierto al comenzar Amras y sentir que la lectura fluía de un modo especial -quizá esa deba ser mi relación con él -quizá esa viene siendo de hecho mi relación con él: la de esperar esos momentos de hambre de intensidad en los que la única peripecia ansiada es la del espíritu -Bernhard es un escritor del espíritu, un narrador de almas...

La escritura de Bernhard abre heridas que podrían parecer cicatrizadas. Esa forma de repetir adjetivos, nombres, frases; extrañas aliteraciones nada musicales que rompen constantemente un ritmo ya en sí mismo sincopado. ¿Cómo será leer a Bernhard en su idioma original? Porque Bernhard se propone mucho más que una mera cuestión de estilo -lo suyo no es una voluntad de destacar, de apartarse formalmente del resto de prosistas europeos; lo suyo es dolorosamente vital, lo que significa que no busca, si no que deja brotar, deja explotar, deja que los escombros se amontonen a su alrededor hasta transformar el paisaje por completo.

Amras es un discurso obsesivo sobre la enfermedad y el suicidio; sobre la muerte. Es una voz que se queja, un lamento con pinceladas románticas y lúgubres. Bernhard deja una extraña sensación de melancolía, como si hubieras estado mirando las aguas pobladas de insectos de un río oscuro.

17 de abril

¿Cómo sería un mundo sin literatura? ¿Cómo sería mi día a día sin poder leer novelas, relatos, o para ser más exactos y dramáticos: ¿cómo sería mi vida cotidiana sin poder volver a leer, es decir, sin poder leer sabiendo lo que era leer?

Pocas veces me sucede, pero de repente me he visto sin provisiones y he acudido con desespero a la biblioteca a por lo primero que pudiera caer en mis manos o mis ojos: he releído Un día perfecto para el pez plátano y he ganado el tiempo suficiente para lanzarme al siguiente libro... ¡angustiosa experiencia que espero no se repita!

18/24 de abril

La lectura de Brujas la muerta se confunde con Brujas la conservada en formol para los turistas. Un librito fascinante de leve sabor amargo que se lee como el flujo del agua en los canales de Brujas, de Utrech, de Gent...

24 de abril

El origen está resultando mucho más suave que Corrección -y eso que es una diatriba brutal contra casi todo -pero suave a pesar de todo en su discurrir lingüístico, en su narrar casi con amabilidad ese tropel de emociones atrapadas entre lo que significaron cuando sucedieron y lo que significan ahora, en el presente de la escritura, del recuerdo, de la recuperación de imágenes perdidas y reencontradas gracias a la escritura.

30 de abril

Lo siento. la escritura aparentemente cortazariana de Nestor Sánchez me ha cansado en setenta páginas. Y no porque no cuente nada -que también- sino porque resulta árida, insustancial, sin riesgo ni pasión, sin esa condición que apuntaba Salter: querer saber qué pasa en la siguiente página, en la siguiente frase. Cabe la posibilidad de siempre: que lo haya leído con treinta años de retraso -cómo hubiera recibido yo ahora, si lo escuchara por primera vez, el Revolver de The Beatles? Nunca lo sabré.

2 de mayo

Había comprado el libro pensando en ese viaje a Lisboa que finalmente no hicimos. Se suponía que esta novela de título tan sugerente quedaría a la espera, en esa zona de mi mesa destinada a los libros que esperan sin tiempo definido; en este caso, hasta unos futuros planes de viaje a Portugal.

Pero no ha sido así. El fracaso con Sánchez me impulsaba a buscar algo seguro, pero sobre todo, ese título era irresistible y hace que sea casi imposible dejar un libro abandonado con esas palabras y esa portada: Tren nocturno a Lisboa.

Para mí significa exactamente: viaje al mundo de la escritura en Lisboa -retomar la historia sin tiempo de Lisboa, volver a Lisboa en ese espacio nocturno y en movimiento que representa el tren, metáfora de escritura, símbolo de búsqueda, resonancias de pura nostalgia más allá del tiempo.

3 de mayo

Avanzo lentamente pero sin detenerme por las páginas que conducen el tren nocturno a Lisboa y siento la misma identificación con su protagonista que él con el autor que ha venido buscar: 57 años y un misterio que resolver en la ciudad blanca.

8 de mayo

Hemos tomado la decisión de viajar a Marruecos, lo que me ha llevado a descubrir a un autor que no conocía en absoluto: Alberto Ruy Sánchez, nacido en México pero con una fuerte conexión con Marruecos que lo impulsó a escribir durante décadas el quinteto de Mogador...



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